26 de Abril de 2024
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José Valencia - Utópico sueño de Semana Santa

 

Jamás imaginamos que la sociedad se encontraría nuevamente a merced del hampa y que en algunas regiones, como Michoacán y otros estados, pacíficos ciudadanos habrían de organizarse en grupos de autodefensa ante la incapacidad de los cuerpos policiales de brindar seguridad pública. Aquí mismo ya existen los autoproclamados “vecinos vigilantes”.

Balaceras, asaltos, secuestros, extorsiones, ejecuciones y un sinfín de hechos violentos son cosa de todos los días,  a cualquier  hora y en cualquier lugar. Como escribiera en cierta ocasión Jacobo Zabludovsky, hemos perdido la capacidad de asombrarnos.

Es tal el pavor por las bandas delincuenciales que la gente habla sotto voce del tema y los medios de comunicación apenas difunden tímidamente noticias sobre ataques del crimen organizado, ante el temor y la sospecha de que las más altas esferas gubernamentales estén infiltradas y no pocos servidores públicos incluso coludidos con la delincuencia.

El más valiente, funcionario, policía, militar, empresario, periodista o lo que sea, se dobla cuando le amenazan de muerte a su familia. De ahí que la tarea que enfrentan en primer lugar el presidente Enrique Peña Nieto y todo su gabinete, incluidos Ejército y Marina, no sea nada sencilla, y en el caso particular de Veracruz, el gobernador Javier Duarte de Ochoa con su equipo de Gobierno.

Los veracruzanos anhelan y demandan seguridad, que las familias puedan sentirse tranquilas tanto en la intimidad del hogar como en espacios públicos, en la calle, en el parque y los mercados.

Los más grandes y prioritarios retos de Peña y Duarte son, ambos problemas van de la mano y requieren solución urgente, el otorgamiento de seguridad y la generación de empleos.

Un jefe de familia con empleo y bien remunerado, sin temor de que le roben, asalten, secuestren o asesinen, con la tranquilidad de que sus hijos están seguros en casa, en la escuela o en cualquier sitio, vive feliz y… con gusto paga sus impuestos.

Veremos si este idílico escenario es posible o se trata de un febril e inalcanzable sueño de Semana Santa.


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